Rinoplastia y perfiloplastia: cuál es la diferencia

Rinoplastia y perfiloplastia: cuál es la diferencia
Mònica Aubert

Licenciada en Periodismo y Máster en Relaciones públicas y Gabinetes de Comunicación. Me encanta escribir y comunicarme con los demás. Actualmente, redacto contenidos en Multiestetica.

Creación: 24 jun 2016 · Actualización: 8 nov 2022
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Dos de las intervenciones más demandadas son la rinoplastia y la perfiloplastia, llevadas a cabo por cirujanos maxilofaciales. Estos profesionales son expertos en las malformaciones de la cara y mandíbula, incluyendo, por tanto, todo lo relacionado con la nariz.

Su perfil como cirujano estético los capacita para afrontar con éxito intervenciones tales como blefaroplastias, estiramientos faciales, otoplastias, cirugías capilares para combatir la calvicie, etc. Por su parte, como cirujanos maxilofaciales, son expertos en la reparación de las fracturas producidas en el rostro, y tambén de sus cicatrices, como consecuencia de traumatismos, ablaciones, tumores, malformaciones congénitas. Dentro de estas malformaciones estarían incluidas, por tanto, aquellas operaciones que tienen como objetivo corregir la nariz y el tabique nasal, como la rinoplastia y la septoplastia.

La cirugía de la nariz (rinoplastia), del tabique nasal (septoplastia) o la asociación de ambas intervenciones (rinoseptoplastia) se desarrolla siguiendo distintas técnicas según las necesidades de cada paciente.

Extirpar la giba nasal (giba osteocartilaginosa que se forma durante la pubertad) y afinar la nariz pueden realizarse por medio de una operación cerrada, en la cual las pequeñas cicatrices que se generan quedarán invisibles a la vista. Ambas intervenciones constituyen la mayoría de las consultas sobre rinoplastia que se producen en los centros estéticos. Las dos se realizan con anestesia general y duran entre una y dos horas; el paciente se puede marchar a su casa al día siguiente de la intervención, eso sí, con un protector nasal que tendrá que llevar durante una semana.

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A pesar de lo que tradicionalmente se piensa, no son tratamientos dolorosos, aunque sí se siente malestar cuando la nariz se bloquea, algo similar a si sufriésemos una fuerte rinitis. Los resultados se pueden apreciar al cabo de quince días, pero hasta que no pasen tres meses no se afianzarán. Los puntos de sutura son reabsorbibles, por lo que se eliminan de manera natural. Los cuidados posteriores incluyen evitar los movimientos bruscos y no practicar deporte durante tres meses, ya que hay riesgo de que se desplace la nariz.

La rinoplastia puede necesitar una «vía abierta» (pequeñas incisiones en la nariz y delante del tabique) si es necesario corregir alguna anomalía cartilaginosa importante de la punta nasal (punta demasiado ancha o demasiado delgada, caída, etc.) o un labio leporino.

En aquellos casos en los que un paciente presenta un traumatismo con fractura de nariz, se procede a colocar en posición correcta la nariz mediante unas maniobras que lleva a cabo un experto y que no requieren ningún tipo de incisión. Este procedimiento debe realizarse antes de que pasen quince horas desde el traumatismo para que resulte eficaz, aunque no garantiza que se solucione la desviación, irregularidad o protuberancia ocasionada con la rotura. 

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En este caso, será una necesaria una intervención por «vía cerrada», que se tendrá que realizar pasados, al menos, seis meses desde que se produjera el traumatismo.

Finalmente, algunas rinoplastias son más complejas, ya que conllevan una reconstrucción total o parcial de la nariz como consecuencia de una amputación o traumatismo. Tal técnica suele emplear huesos o cartílagos de la oreja o las costillas para la reconstrucción.

En todos los casos anteriores, prima la funcionalidad y no la estética a la hora de realizar la operación.

La rinoplastia es una parte fundamental de la perfiloplastia (que además se encarga de las anomalías morfológicas del perfil facial), aunque esta última tiene en cuenta otros elementos estéticos. De hecho, más que una intervención se trata de un análisis de la arquitectura del rostro, en el que se definen qué elementos se deben modificar para conseguir un perfil más armonioso; por tanto, se pueden combinar de manera efectiva una rinoplastia, una queiloplastia (cirugía de los labios) o una lipoestructura.

Por ejemplo, podemos tener la impresión de que nuestra nariz es muy prominente y que tenemos el mentón retraído, o la mandíbula, o las mejillas. De este modo, nos encontramos con tres partes de nuestro rostro que queremos retocar para que nuestra cara muestre buenas proporciones. En general, los pacientes que acuden a la consulta tienen problemas para indicarle al médico qué quieren cambiar, por lo que es este profesional el que, a través de un análisis estético y funcional de su rostro, define qué elementos mejoraría y les propone soluciones.

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Normalmente, la posición del mentón es muy importante para el equilibrio del rostro. Gracias a una mentoplastia o genioplastia (cirugía del mentón) se puede adelantar, aumentar o reducir la barbilla. La cirugía del mentón se practica con anestesia general y dura de una a dos horas. A la mañana siguiente a la intervención, el paciente puede volver a su casa.

Algunas técnicas novedosas, como el «chin wing», permiten no solo reemplazar el mentón sino mejorar todo el óvalo facial. Pero la posición de la barbilla no solo debe evaluarse desde el punto de vista estético, ya que también es muy importante su funcionalidad: por ejemplo, aquellos pacientes que presentan el mentón retraído (retrogenia) tienen que contraer mucho los labios para poder cerrarlos. 

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Del mismo modo, las personas que respiran por la boca suelen presentar dos anomalías: obstrucción nasal con paladar estrecho y dificultad para cerrar los labios. Por ello, en estos casos lo normal es intervenir en el mentón para avanzarlo (genioplastia o mentoplastia) y en las fosas nasales (rinoseptoplastia o disfunción maxilar).

Existe una pequeña pega: en algunos casos no se trata de que la posición de la barbilla no sea correcta; el problema puede ser de todo el maxilar inferior. Por ello, a la cuestión estética hay que añadir una funcional: la oclusión dental. Se habla, entonces, de intervención pro, retro o latero-mandibular. Es un tipo de deformación y forma parte del protocolo de cirugía ortognática.

Otro elemento importante que puede pasar desapercibido es la proyección de las mejillas. Los pómulos pueden parecer planos como consecuencia de la flacidez cutánea (por lo que será necesario realizar una retensión), de una posición retraída de la mandíbula (retromaxilar, que requerirá de una operación que aumente su proyección) o de que el tejido sea demasiado fino o esté atrofiado (lo que se corregirá con una lipoestructura, que inyectará al paciente grasa autóloga).

Para finalizar, no debemos olvidar que la medicina estética está ligada a la perfiloplastia. Sirvan como ejemplo intervenciones como el aumento de los labios con ácido hialurónico. Y sí, el mentón es un elemento que tiende a aumentar con la edad.

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