El lóbulo de la oreja es la parte terminal de la oreja, compuesta principalmente por tejido cutáneo y grasa. Por sus características físicas, es la zona de la oreja más delicada y propensa a los desgarros. Un lóbulo desgarrado se define como un desgarro (esquisis) o dilatación del lóbulo de la oreja.
Cuando el lóbulo de la oreja está totalmente desgarrado, será imposible llevar pendientes si no ha sido reconstruido previamente. Las molestias creadas serán difíciles de disimular, sobre todo para las personas que tienen el pelo corto y por tanto no pueden taparse las orejas.
Para reparar un lóbulo de la oreja desgarrado, se utiliza la cirugía para curar la herida y restaurar la apariencia natural de la oreja.
Las causas suelen ser de naturaleza mecánica:
El uso prolongado de pendientes grandes y pesados puede causar que el orificio de la oreja se deforme y se dilate, por lo que gradualmente aparecerá más deformado y con un diámetro mayor. Cuando la expansión alcanza unos 8 milímetros ya no es posible que vuelva a su tamaño original de forma natural. Del mismo modo, el uso de dilatadores, a menudo de tamaño creciente, crea un orificio de importantes dimensiones, que difícilmente recuperará su forma natural, por lo que el lóbulo estará más expuesto a una laceración completa.
También a causa de los pendientes se producen diversos traumatismos que pueden llegar a provocar la rotura del lóbulo de la oreja. De hecho, puede ocurrir que el pendiente se atasque o se rompa, provocando la laceración total del lóbulo.
La única cura efectiva y definitiva es la cirugía de reconstrucción de la oreja que restaura los tejidos y el tamaño natural del lóbulo de la oreja. La intervención es bastante sencilla, y se realiza de forma ambulatoria bajo anestesia local.
La intervención consiste en la extirpación del tejido cutáneo de ambas extremidades, formado tras el desgarro parcial o total del lóbulo de la oreja. Luego se unirán los dos extremos mediante una sutura muy fina y delicada que redefinirá el borde del lóbulo. En algunos casos, cuando el paciente lo solicite, se podrá no suturar un tramo corto para permitir la inserción del pendiente.
Tras la operación se formará una pequeña cicatriz que irá desapareciendo con el tiempo y el uso de cremas específicas.
En cuanto al uso de pendientes, se recomienda esperar al menos 1 mes para hacer un nuevo orificio y no usar pendientes grandes o pesados ni dilatadores que puedan hacer que el problema reaparezca.