¿Cómo se hace un aumento de pectorales?
La zona pectoral de los hombres ha ganado peso a nivel estético en los últimos años. De ahí que no sea extraño que haya aumentado la demanda de operaciones para incrementar el volumen de los pectorales. Esta intervención es casi el equivalente femenino de un aumento de mama, aunque es cierto que en los hombres es menos invasiva y la recuperación es más rápida.
¿Por qué recurrir a un aumento de pectorales?
En el momento actual le damos más importancia al físico que en épocas anteriores; por tanto hombres como mujeres no dudan en hacer lo que está en su mano para mejorar su aspecto. En los hombres, la zona pectoral se ha convertido en una de las más atractivas.
La única forma de conseguir unos bonitos pectorales de forma natural es trabajarlos en el gimnasio y seguir una dieta que ayude a ganar masa muscular. Pero hay hombres que ni siguiendo estas prescripciones consiguen los resultados deseados. También están aquellos que no tienen tiempo para entrenar y quieren resultados inmediatos.
La operación de aumento de pectorales también es frecuente en hombres transexuales. Se suele hacer, muchas veces, a la vez que la extirpación de la mama: se elimina el tejido graso que forma la mama y, al mismo tiempo, se pone un implante de silicona que ayuda a definir un pectoral masculino.
También hay casos de hombres que tienen la zona trabajada y musculada, pero aun así, se ponen implantes. Es el caso de algunos culturistas, que recurren a los implantes para mejorar todavía más la apariencia que han conseguido a base de entrenamiento.
¿Cómo se lleva a cabo un aumento de pectoral?
Las prótesis de silicona que se usan en este caso no son muy diferentes de las que se usan en un aumento de mamas femenino. La particularidad radica en que no se utilizan nunca materiales salinos y esa ausencia de líquido hace que las fugas o la rotura del implante no supongan realmente un problema importante, porque no existe el riesgo de "contaminación" del resto del cuerpo. Eso no quiere decir que no deban ser cambiadas si sufren algún tipo de daño, pero la urgencia es menor.
La operación se puede llevar a cabo bajo anestesia local, con una ligera sedación si los implantes no son demasiado grandes. Pero, en la mayoría de los casos, se prefiere una anestesia general para que el paciente esté totalmente relajado.
La intervención quirúrgica comienza con la realización de una pequeña incisión en la axila. Después, con un endoscopio, se crea un pequeño bolsillo detrás de la zona del músculo pectoral, deslizándose el implante en ese hueco.
Mientras que en un aumento de mamas femenino el cirujano puede separar el músculo de los nervios para colocar el implante, en el aumento de pectoral no se llega a tocar el músculo ni tampoco los nervios, por lo que es una cirugía mucha más sencilla de llevar a cabo.
La operación es tan sencilla que se practica con carácter ambulatorio. Lo más normal es que el paciente se vaya a casa el mismo día de la intervención. Los puntos de sutura se retiran pasados unos días y las cicatrices quedan ocultas en la axila, por lo que todo el implante pasa bastante desapercibido.
Proceso de recuperación
A pesar de ser una operación sencilla implica un período de recuperación para que el implante se ajuste bien al cuerpo y no se produzca ningún tipo de rechazo o infección. Seguir las instrucciones de los facultativos es extremadamente importante en el posoperatorio de implantes de pectoral, ya que una infección en la zona puede complicar la recuperación e incluso generar otras infecciones que podrían afectar a la linfa, la sangre, los pulmones o el corazón. Estás infecciones no solo implican fiebre y otras molestias, sino que los implantes podrían llegar a desplazarse o quedar asimétricos. Si se siguen las indicaciones dadas, el riesgo de infección se reduce a un mero 1 %.
En las 24 horas siguientes a la operación, el paciente debe permanecer en reposo absoluto. Es normal que se sienta algo atontado o mareado por la anestesia y que aparezcan efectos asociados a la misma, como malestar corporal, náuseas e incluso vómitos. Es importante controlar la fiebre; si sube por encima de lo indicado por el especialista, será necesario contactar con él lo antes posible.
La hinchazón y los hematomas que aparezcan en la zona desparecerán en un plazo de siete a diez días. Para tratar el dolor, habrá que tomar únicamente los fármacos recetados por el especialista. La automedicación es especialmente peligrosa tras una intervención quirúrgica.
Pasadas las primeras 48 horas, el paciente puede ir volviendo poco a poco a hacer su vida diaria, aunque tendrá que abstenerse de levantar peso o de realizar ejercicio de forma intensa durante, al menos, cuatro semanas.
Durante el proceso de recuperación se puede supurar pus. En caso de ser así, hay que consultar con el especialista, ya que, según el paciente, podrá ser necesaria una pequeña intervención para drenar la herida.
Otro efecto asociado a la operación es la aparición de entumecimiento en la zona. Normalmente desaparece pasadas unas semanas, pero hay pacientes en los que esa sensación puede llegar a ser permanente.
Movimiento del implante
Uno de los riesgos comunes de esta operación es que el implante se desplace; de ahí la importancia de no hacer excesos durante los primeros días. La mayoría de los implantes se desplazan unos dos milímetros de forma natural después de la cirugía. Este fenómeno es totalmente habitual y no requiere de ningún tipo de corrección ni afecta al efecto final.
Si el implante llega a desplazarse hacia la zona de la clavícula o hacia la zona de la axila, el efecto que se produce es antiestético, por lo que habrá que realizar una segunda operación para volver a ponerlo todo en el lugar correcto.