Dismorfia corporal: ¿dónde está el límite?

Dismorfia corporal: ¿dónde está el límite?
Mònica Aubert

Licenciada en Periodismo y Máster en Relaciones públicas y Gabinetes de Comunicación. Me encanta escribir y comunicarme con los demás. Actualmente, redacto contenidos en Multiestetica.

Creación: 23 dic 2013 · Actualización: 16 jul 2019
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La crítica y la necesidad de aceptación social llevan a una parte de la población a pensar que deben cumplir unos estándares de belleza para poder acceder a ciertos grupos sociales.

En algunas ocasiones, dichos dictados estéticos se convierten en una obsesión que lleva al paciente a someterse a un sinfín de cirugías estéticas, las cuales nunca llegan a satisfacer su ansia de mejora. Este trastorno psicológico se conoce como dismorfia y parece aumentar junto a la cotidianidad que han adquirido las intervenciones estéticas.

Dismorfia corporal: Víctimas del cuerpo

Las personas que sufren de trastorno dismórfico corporal tienden a verse defectos físicos que no existen o bien que no tienen ningún tipo de notoriedad. Las víctimas de dicha alteración psicológica nunca estarán satisfechas con su aspecto físico, necesitando someterse a intervenciones una y otra vez, sin darse cuenta del peligro que ello supone.

La obsesión de Hang Mioku le llevó a inyectarse aceite de cocinar en el rostro

En ocasiones, son los propios doctores los que deciden no operar tantas veces a un mismo paciente, sabiendo o intuyendo que sufren dicho trastorno dismórfico. Este fue el caso de Hang Mioku, una chica que empezó su obsesión con el quirófano a los 28 años. Tras varias intervenciones estéticas, los doctores se negaron a tratarle, debido a que su rostro ya se estaba viendo deformado por las inyecciones y la silicona introducida. Mioku dio finalmente con un médico que se limitó a ofrecerle una jeringuilla y silicona para que fuera ella misma la que se la inyectara.

La obsesión de Hang fue tan lejos que llegó a introducirse aceite de cocinar en el rostro cuando acabó con las sustancias médicas que tenía. El resultado es un rostro totalmente deformado con más de un cuarto de quilo de sustancia extraña en su cuello y la cara.

En España se realizan alrededor de 276.000 procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos al año

Las intervenciones de cirugía estética se han convertido en la actualidad en una de las primeras opciones para resolver todo tipo de complejos físicos o malformaciones congénitas y alcanzar una belleza personalizada.

De hecho, en España se realizan alrededor de 276.000 procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos al año para conseguir este fin, tal y como indica un estudio realizado en 2011 por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) y presentado a principios de 2013.

Sin embargo, una de las principales preocupaciones que se esconden detrás de este tipo de intervenciones estéticas es el factor psicológico. Como bien argumenta la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), durante los períodos vacacionales, principalmente los navideños, estas operaciones aumentan entre un 15 y un 20%.

dismorfia corporal

Aunque la cifra varía en función del tipo de intervención, lo cierto es que detrás de este incremento existe casi siempre una necesidad de cambio provocada por la entrada del nuevo año, que deriva en la realización de operaciones de cirugía estética no del todo necesarias. Es el cirujano plástico el que, en cualquier caso, debe averiguar si existen incongruencias entre el verdadero aspecto físico del paciente y su falta de aceptación personal.

¿Cómo puede detectarse un paciente no apto para operaciones plásticas? 

Una de las principales cuestiones que el cirujano plástico debe tener en cuenta en estos casos es si la persona que tiene delante presenta o no una imagen distorsionada de sí misma. En muchas ocasiones pueden advertirse comentarios o comportamientos derivados de la negativa valoración personal, una situación que debe ser solventada antes de decidir cualquier tipo de cambio físico. Sobre todo porque si estos pacientes no están conformes con su cuerpo debido a factores psicológicos puede que tampoco lo estén una vez concluida la operación, dando lugar así a un problema mucho mayor que el inicial. Tampoco deberían pasar por quirófano aquellas personas que presentan un alto índice de rechazo social y que consideran que tras la intervención aumentará su capacidad relacional dentro de su círculo habitual.

Expectativas demasiado elevadas, otro de los puntos problemáticos

Las operaciones de nariz o de aumento de mamas constituyen algunas de las más realizadas en nuestro país. Sin embargo, puesto que se trata de zonas muy visibles o importantes para el aspecto físico de cualquier persona, las expectativas que se sitúan alrededor de las mismas son en muchos casos desmesuradas. Por este motivo es fundamental que antes de someterse a cualquier tipo de operación plástica se solicite en profundidad toda la información relativa a su resultado final, pudiendo incluso llegar a pedir fotografías de otros pacientes para comprobar qué tipo de formas o cicatrices pueden obtenerse.

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