Crioterapia para reducir la pérdida de cabello tras la quimioterapia
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Uno de los efectos más evidentes de la quimioterapia es la pérdida de cabello. Un sistema de enfriamiento para el cuero cabelludo hace posible reducir de manera significativa este problema, por lo que los pacientes conservan gran parte de su cabello a pesar de las sesiones de quimioterapia.
La terapia que emplea el frío se ha demostrado como eficaz para mitigar las consecuencias adversas del tratamiento de quimioterapia cuando se está haciendo frente a un cáncer de pecho. Y ello es una noticia sumamente importante, puesto que la quimioterapia es una de las terapias más utilizadas para tratar los procesos cancerígenos. La acción de los medicamentos que se utiliza en este tratamiento, conocidos como fármacos antineoplásicos o quimioterápicos, alcanza todos los tejidos del paciente para destruir las células cancerígenas y mejorar su salud, y, por tanto, afecta también a otras células sanas, como las responsables del crecimiento del cabello. De este modo, una de las consecuencias visibles de la quimioterapia es precisamente esa: el debilitamiento del cabello. En la mayoría de los casos, este debilitamiento acaba en caída, pero no siempre es así, ya que hay personas que consiguen mantener su cabello, aunque este se encuentra más fino, se torna escaso o no tiene fuerza para crecer.
Quizá en el caso de los hombres pase más desapercibido, pero cuando es una mujer la que lucha contra esta terrible enfermedad, las consecuencias de la pérdida de cabello tienen connotaciones que van más allá de las cuestiones estrictamente sanitarias, que son muy importantes, y entran de lleno en los efectos estéticos y emocionales del tratamiento. La pérdida del cabello en la mujer afecta de manera importante a su autoestima, a su feminidad, a su seguridad; crea sentimientos de tristeza, porque suponen otro recordatorio más de la constante lucha que están lidiando. A ello hay que sumar que en muchas mujeres genera sensación de rechazo.
Uso de la crioterapia para evitar perder el cabello
El empleo del frío durante las sesiones de quimioterapia no es algo nuevo. De hecho, desde hace más de 30 años se lleva empleando, pero no de manera uniforme. Es este hecho el que ha demostrado ser eficaz para los folículos pilosos del cuero cabelludo durante la quimioterapia.
Hace tan solo unos años que la FDA, la agencia estadounidense que regula los alimentos, los medicamentos, los cosméticos y demás productos de uso o consumo humano, aprobó el empleo de los gorros refrigerantes que la empresa sueca Dignitana ofrecía para las mujeres con cáncer de mama para prevenir la caída del cabello, efecto colateral del tratamiento de quimioterapia, por medio del enfriamiento uniforme capilar. Al enfriar los folículos pilosos del cuero cabelludo, se reduce el flujo sanguíneo y, por tanto, también los daños que los medicamentos empleados en las sesiones podrían ocasionar en el cabello del paciente.
El gorro ya se usaba en Europa para contrarrestar las reacciones de dicha terapia, pero la aprobación de su uso por parte de la FDA hace posible que también las personas que padecen cáncer en Estados Unidos puedan beneficiarse de su aplicación.
El gorro, que recibe el nombre de DigniCap, está compuesto por dos capas: una externa que sirve de aislante y otra interna que hace circular aire a 2,78 ˚C sobre nuestro cuero cabelludo para que las células de los folículos pilosos reduzcan su flujo, ralenticen su actividad y se dividan más lentamente. De este modo, el cóctel de medicamentos que componen el tratamiento de quimioterapia se centrará en aquellas células activas con un flujo normal y que se dividen de manera más rápida.
Antes de su aprobación por la agencia norteamericana, se estudió la idoneidad del gorro en más de un centenar de mujeres que se sometían a tratamientos de quimioterapia para combatir su cáncer de mama, y los resultados fueron muy esperanzadores: el 70% de ellas conservó su cabello a pesar de la dureza de las sesiones de quimioterapia. Este estudio se llevó a cabo en mujeres cuya enfermedad se encontraba en una fase temprana, por lo que aún debe estudiarse su eficacia cuando la enfermedad está en una fase más avanzada.
Del mismo modo, las pruebas se centraron en el uso de la terapia de frío en mujeres con tumores de pecho, por lo que es necesario profundizar si sería efectivo en pacientes que sufran otros cánceres, e incluso que reciban una dosis más severa de quimioterapia.
¿Cómo se usa el gorro refrigerante?
Para que los efectos de los medicamentos antineoplásicos no hagan mella en el cabello, el paciente que vaya a someterse a quimioterapia deberá colocarse el gorro una media hora antes de empezar la terapia y lo mantendrá puesto entre media hora y una hora después de que finalice la sesión. El motivo es que durante la media hora anterior el gorro ya habrá empezado reducir el flujo y a ralentizar la actividad celular, por lo que los medicamentos que pasan a la sangre durante la sesión apenas inciden en las células de los folículos pilosos, ni tampoco lo hacen después, pues mantener el gorro puesto 30 o 60 minutos asegura que los fármacos concluyen su labor sin dañar el cabello.
En principio, y a tenor de lo que revelen posteriores investigaciones, el empleo del gorro durante las sesiones de quimioterapia no conlleva efectos secundarios, aunque aún está por ver si el hecho de que las sustancias químicas no lleguen al cerebro podría ocasionar que alguna célula cancerígena acabara allí y extendiera el tumor a ese órgano.
De este modo, es necesario avanzar no solo en la búsqueda de medicamentos que curen el cáncer, sino que, a la par, es obligatorio profundizar en todas aquellas terapias o instrumentos que puedan evitar que aquellas personas que lo padezcan mientras llega la tan ansiada cura sufran menos daños y efectos adversos a causa del empleo de la quimioterapia. Por tanto, a tenor de las últimas investigaciones, la crioterapia se presenta como una solución interesante para evitar algunos de esos efectos, como la pérdida de cabello.
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