Cómo eliminar las «orejas de perro» tras una abdominoplastia
Algunas veces, después de una cirugía abdominal, a ambos lados de la cicatriz aparece una especie de pliegue o engrosamiento de piel que afea la apariencia del estómago recién operado. De ellos y de cómo eliminarlos hablaremos en este artículo.
Las «orejas de perro», o «culos de pollo», como también se las conocen, son unos pliegues o engrosamientos que pueden quedar tras una cirugía abdominal a ambos lados de la cicatriz. Muchas personas que se han sometido a esta intervención preguntan cómo acabar con esas feas formas. Por eso, en esta ocasión queremos abordar este tema y apuntar qué tratamientos recomiendan los cirujanos para eliminarlas.
¿Por qué aparecen las «orejas de perro» tras la abdominoplastia?
La abdominoplastia es una operación estética que pretende eliminar el exceso de piel y de grasa del abdomen, concretamente de la zona baja y media. A la par que se elimina la piel y grasa sobrantes, el cirujano que practica la intervención refuerza la musculatura de la pared abdominal.
Para poder realizar todo ese trabajo, el médico que practica la cirugía deberá acceder al abdomen a través de una incisión que suele practicar en la zona baja, entre el pubis y el ombligo. Y, lógicamente, esta incisión dejará huella en la piel del paciente por medio de una cicatriz, que quedará escondida bajo la ropa interior y que puede mejorarse con tratamientos que emplean el láser. Su tamaño dependerá de la cantidad de grasa y de piel que sea necesario extirpar.
Normalmente, en la mayoría de los casos, los resultados suelen ser muy satisfactorios. El abdomen queda tenso, sin grasa, sin piel que cuelgue. La cicatriz, como hemos dicho, puede tratarse con láser, por lo que con el paso del tiempo podría disimularse. Y aunque no se realizara ningún tipo de tratamiento en ella, la ropa interior esconde su presencia. Pero hay ocasiones en las que la incisión deja unas secuelas en la piel, una especie de engrosamiento, pliegue o abultamiento que puede aparecer a ambos lados de la incisión y que oscurecen los resultados perseguidos por la intervención.
La causa de que las «orejas de perro» aparezcan no es otra que el ángulo en el cual se realiza la incisión. Si el cirujano la practica con un ángulo de 45 grados, no debe haber ningún tipo de problema con la cicatriz, puesto que es casi seguro que no aparecerán los abultamientos o pliegues a ambos lados. Pero si ha accedido a la cavidad abdominal realizando un ángulo mayor o menor, existen más posibilidades de que se acumule tejido en los extremos de la cicatriz una vez realizada la sutura, lo que conducirá a la aparición de los también llamados «culos de pollo».
Ya hemos dicho que el tamaño de la cicatriz dependerá de la cantidad de grasa y piel que sea necesario retirar. Por tanto, a la hora de calcular el ángulo de intervención, el médico deberá valorar el tamaño de la cicatriz, es decir, la cantidad de piel que debe cortar. De este modo, para que realmente se respete dicho ángulo, posiblemente deba realizar una incisión mayor que evitará que se creen esos pliegues o abultamientos cuando se suture.
Las «orejas de perro» son, por tanto, un defecto quirúrgico que debe corregirse para eliminar esas protuberancias o pliegues tan antiestéticos.
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¿Cómo eliminar las «orejas de perro»?
Si durante el posoperatorio y la recuperación nos damos cuenta de que el vientre no ha quedado como debiera, es importante que nos pongamos en contacto con el cirujano que nos practicó la abdominoplastia, para que valore si ello se debe a la hinchazón propia de las primeras semanas o, efectivamente, presentamos «orejas de perro».
En el caso de que así sea, los expertos aconsejan varias opciones con el fin de eliminar los efectos de una incisión demasiado pequeña. Una de esas soluciones es abrir de nuevo y alargar la cicatriz hasta donde el cirujano estime conveniente, normalmente unos centímetros. Con solo retocar los extremos de la anterior incisión y alargar su tamaño se podrá conseguir acabar con este feo problema que impide disfrutar plenamente del abdomen recién operado. De este modo, al suturar se podría solucionar el problema, pues la piel quedaría tensada y no habría exceso de tejido a ambos lados de la cicatriz.
Otra opción que igualmente ofrecen los médicos especializados en abdominoplastia es practicar una liposucción a la paciente en el área abdominal con el fin de retirar la grasa y los tejidos sobrantes que ocasionan las «orejas de perro», aunque este procedimiento es realmente efectivo si no sobra mucha piel. Si el exceso de piel es significativo, tampoco la liposucción podría acabar por sí sola con estos abultamientos. Además, hay que tener presente que la liposucción no tensa la piel, sino que solo aspira el exceso de grasa, por lo que, si la piel sobrante es destacada, además de no solucionar el problema, el paciente seguirá evidenciando un exceso de piel flácida, lo que tampoco ayuda a mejorar la estética de la zona abdominal ni a eliminar los «cuellos de pollo».
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En cualquier caso, si conforme avanza nuestra recuperación observamos que a ambos lados de la cicatriz tenemos sendos abultamientos o pliegues, lo ideal es contactar con el cirujano que nos practicó la abdominoplastia para que valore qué decisión tomar, cómo solucionar ese problema estético de la mejor manera posible, de modo eficaz y sin posteriores problemas para el paciente. Él mejor que nadie conocerá cómo se ha desarrollado la intervención, por lo que él es la persona adecuada para tratar de eliminar el problema de las «orejas de perro» realizando el tratamiento que estime más conveniente, ya sea alargando la cicatriz para tensar la piel, ya sea retirando el exceso de grasa.
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