Transgénero: de mujer a hombre
A veces se nace hombre en un cuerpo de mujer y la identidad de esa persona no corresponde. En este caso se habla de transexual masculino o de mujer a hombre (FtM) cuando una persona biológicamente femenina se siente hombre.
Existen muchas definiciones y muchos prejuicios o ideas erróneas con este tema. Lo importante es que hay que recordar que para comprender la diversidad del ser humano debemos considerar tres elementos distintos, aunque a menudo muy confusos:
- Los atributos sexuales
- La identidad, lo que una persona es, con independencia de sus atributos sexuales
- La sexualidad, que no depende del género ni del cuerpo
La voz, el vello y la ropa se consideran «expresiones de género» que no indican la identidad de una persona, es decir, que independientemente de un género u otro, pueden influir en el modo en el que se expresa uno mismo, pero no indican la identidad de la persona. En otras palabras: vestirse de hombre no significa ser un hombre.
Todos tenemos entre un 10 y un 40% de marcadores del sexo contrario, pero las características masculinas y femeninas que prevalecen en cada uno de nosotros no definen necesariamente nuestra identidad.
El género puede coincidir perfectamente con la sexualidad y la identidad, aunque en algunos casos no es así, ya que la identidad no se corresponde al género asignado con el nacimiento.
Muchos deciden «transitar» al sexo opuesto, en este caso, hacia el sexo masculino, iniciando un largo y delicado proceso burocrático y médico. Vamos a explicar cuáles son los pasos desde el punto de vista de la cirugía y medicina estética.
El primer paso consiste en acudir a un psicólogo para el diagnóstico de la «disforia de género»; de este modo, se obtiene el visto bueno para iniciar el tratamiento hormonal. Será un endocrino el que establezca la terapia de reemplazo hormonal a base de inyecciones de testosterona para la «transición» de mujer a hombre (F-to-M).
Una vez iniciado el tratamiento hormonal con el que se modifican los caracteres sexuales secundarios como la barba, la distribución del pelo, la dimensión del clítoris, el timbre de la voz y la musculatura, se puede conseguir realizar una operación quirúrgica de mujer a hombre (FtM), que incluye distintas intervenciones, a discreción del paciente. Veamos cuáles son:
Histerectomía
La primera fase del proceso de cirugía de mujer a hombre (FtM) incluye la histerectomía, es decir, la extirpación del útero. Asimismo, puede combinarse con la salpingo-ooforectomía bilateral, que retira las trompas de Falopio y los ovarios.
Mastectomía
A pesar de que la terapia hormonal habrá reducido el volumen mamario, no es suficiente para conferir al pecho un aspecto masculino. Se recurre entonces a la mastectomía, una intervención quirúrgica que consiste en la extirpación de las mamas. Las técnicas para llevarla a cabo son diversas y varían según sean las dimensiones de los senos de la paciente. Generalmente se efectúa una incisión periareolar, esto es, alrededor de la areola; sin embargo, en aquellos casos en los que los senos son voluminosos, la incisión se practica en la base de las mamas.
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Faloplastia
El desconocimiento, el miedo y la curiosidad parecen ir de la mano con la faloplastia, siendo la operación más desconocida y la más temida por la mayoría de los transexuales que se plantean pasar por quirófano. Por lo que no es de extrañar que una gran mayoría de transexuales decidan no someterse a esta cirugía.
A través de esta intervención se constituye un órgano similar a un pene, de forma cilíndrica. Normalmente se utilizan tejidos procedentes de partes del cuerpo tales como el antebrazo, pero también pueden usarse tejidos de los muslos y el abdomen. Actualmente, esta operación representa un proceso muy complejo y difícil en el ámbito de la cirugía genital reconstructiva.
Es un proceso donde se empalma tejido del brazo del paciente con una parte del clítoris. Se usa el nervio del mismo clítoris, el cual, será el responsable de la futura sensibilidad que llegue a tener el paciente. Además de la unión de tejidos y nervios, también se unen muchas arterias y venas para conseguir un falo tan real como sensible.
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¿Disforia o placer?
Su elevado coste económico, un lento postoperatorio y el número de intervenciones que conlleva un cambio de sexo genital de mujer a hombre (FtM), son grandes razones para pensárselo dos veces… Ahora bien, si hay una razón de peso que hace meditar y recapacitar a cualquier transexual masculino sobre este tipo de cirugías, esa es la pérdida de placer que se llega a experimentar.
Construir un órgano masculino desde un órgano femenino es toda una proeza y un logro en el mundo de la cirugía. No obstante, el placer que se pierde es un precio a pagar para los que se quieran unir a la osada minoría. Y aunque muchos afirman sentir algo, dicha sensibilidad es incomparable con el placer que se siente con un clítoris y/o una vagina.
Erección
La realidad es que no hay ninguna posibilidad de erección natural una vez realizada la faloplastia.
Sin embargo, debes saber que existe otra nueva intervención que consiste en introducir una prótesis en forma de Y en el nuevo pene. Esta prótesis está unida a una especie de “perilla” ubicada en la parte escrotal y que al presionarla, hace que el pene se erecte.
Metaidoioplastia
Mucho más fácil y utilizada es la intervención de metaidoioplastia, que permite maximizar los efectos de hipertrofia del clítoris gracias a la testosterona. La principal ventaja de esta técnica es que es una operación mínimamente invasiva respecto a la faloplastia y además se trata de una intervención reversible.
Escrotoplastia
Además de poder coincidir con la metaidoioplastia, una escrotoplastia consiste en la implantación de dos prótesis testiculares en el interior de sendas cavidades formadas en los labios mayores.
El proceso que se afronta en todos estos casos es complejo y fatigoso, pero no debemos olvidarnos también del aspecto psicológico y de la importancia de dar apoyo a una persona que se compromete para poder vivir su propia vida con tranquilidad.