"Las mujeres ahora consultan más temprano, antes de llegar a esos extremos de incomodidad"
La Dra. Miriam Quiñones dirige la Clínica Vecindario y cuenta con una amplia experiencia. Su principal objetivo es conocer y escuchar las necesidades de sus pacientes para poder ofrecerles el tratamiento más adecuado. Uno de los procedimientos más demandados en su Clínica es la Vaginoplastia y a continuación, nos detalla todo lo que deberían saber las pacientes que estén pensando en realizársela.
¿Qué profesional es el más idóneo para realizar una vaginoplastia?
Creo que, al tratarse de una cirugía que busca resolver problemas tanto estéticos como funcionales que afectan los genitales femeninos el profesional idóneo es un ginecólogo pues ésto hace parte de su formación y es el que está mayormente familiarizado no sólo con lo concerniente a la anatomía genital femenina sino que también suele ser el depositario de las quejas que sobrevienen cuando la mujer no se encuentra a gusto con la forma y/o el funcionamiento de sus genitales. Vivimos en un momento en el que los requerimientos estéticos son cada vez más potentes y las intervenciones de estética genital son cada vez más solicitadas lo que hace que colegas de otras áreas también quieran realizarlas; si se forman adecuadamente en ello es una opción más pero, repito, es “área de l@s ginecólog@s”.
¿Qué diferencias hay entre un cistocele, un rectocele y un histerocele?
Son diferentes y para entenderlo hay que recordar los “límites” por poner una palabra de la vagina: sobre la parte anterior de la vagina se apoyan la vejiga urinaria y la uretra; al efecto de bulto por descenso de estas estructuras se le denomina Cistocele, que puede ir o no asociado a incontinencia urinaria de esfuerzo; la parte posterior de la vagina cubre el recto y un daño en este sitio ocasiona el rectocele y, finalmente, si introducimos profundamente los dedos en el canal vaginal encontramos el cuello del útero, que es la parte palpable del útero; el descenso del útero o matriz es lo que denominamos histerocele. Las tres alteraciones pueden aparecer juntas y es lo que se denomina un Síndrome de Relajación Vaginal, sin embargo, no siempre es así sino que, con frecuencia, una mujer puede quejarse de un sólo tipo de alteración.
¿Qué tratamientos se pueden realizar para mejorar la vagina?
Actualmente disponemos de muchas posibilidades de tratamiento pero lo ideal es empezar por la prevención. Luego hablaremos de ello. Los tratamientos pueden dividirse entre quirúrgicos y no quirúrgicos. Entre los no quirúrgicos están los ejercicios de fortalecimiento del suelo pélvico, el Lifting vaginal con láser de CO2 y la radiofrecuencia aplicada en vagina. Cuando los daños anatómicos y funcionales ya son muy evidentes recurrimos a los tratamientos quirúrgicos: plastias vaginales, histerectomía vaginal, perineoplastia.
¿Qué aspectos de la vagina se pueden mejorar con la Vaginoplastia?
Hay que aclarar que “Vaginoplastia” como tal es un término extenso, que abarca diversas intervenciones con la finalidad única de mejorar la vagina en su funcionamiento y, en algunos casos, también en su estética. Tras una correcta valoración y con procedimientos quirúrgicos bien ejecutados se pueden mejorar prácticamente todos los aspectos que incomodan en los genitales, por ejemplo, la sensación de peso o “de que algo cae” por la vagina, la sensación de vagina “muy amplia o relajada” que resta placer durante las relaciones tanto a ella como a él, la pérdida de orina, en caso de corregir rectoceles moderados o grandes se mejora también la defecación y, por supuesto, también hay mejoría estética.
¿Cuánto tiempo hay que esperar tras dar a luz para realizar una Vaginoplastia?
Prisa no debe haber y el tiempo para una intervención quirúrgica depende de muchos factores. Durante el embarazo y el parto se producen cambios hormonales graduales y el retorno al estado previo al embarazo también es gradual y más lento en las mujeres que amamantan. Por tanto, en mi opinión, hay que esperar un tiempo prudencial no menor de 3 a 4 meses esperando la evolución y la mejoría espontánea que pueden ocurrir tras la normalización hormonal y la aplicación de fisioterapia del suelo pélvico cuando sea necesario. Los ginecólogos sabemos que, muchas veces, las pérdidas urinarias de poca cuantía mejoran con los ejercicios de Kegel y, últimamente también el láser de CO2 se utiliza con éxito. En resumen: no debe haber prisa ya que no son cirugías para salvarnos la vida sino para mejorar nuestra calidad de vida; así las cosas, deben programarse con tranquilidad.
¿Ha notado que cada vez es menos tabú este tema? ¿A qué cree que se deba?
Sí, por fortuna, el bienestar íntimo femenino va dejando de ser tema tabú y cada vez más se toma como algo normal y es tema de conversación y de consulta profesional. Creo que esto hace parte de la apertura en todos los ámbitos y cómo no, contribuyen a ello el movimiento de emancipación femenina y el acceso a todo tipo de información a través de Internet. Con perdón de mis colegas varones, creo que el hecho de que ahora la Ginecología sea ejercida por muchas mujeres hace que estos temas se toquen más abiertamente en la consulta, simplemente por la confianza de hablar sobre cosas que las ginecólogas podemos entender de una manera natural.
¿Cuáles son las principales causas que llevan a las mujeres a realizar una Vaginoplastia?
Las causas son diversas y van cambiando con el tiempo. Antes era un procedimiento solicitado para aliviar las molestias de la relajación vaginal extrema: los grandes cistoceles, rectoceles e histerocele que generaban la sensación de “algo caído y que asoma por la vagina” y la incontinencia urinaria; éstas siguen siendo motivo de solicitud quirúrgica pero las mujeres ahora consultan más temprano, antes de llegar a esos extremos de incomodidad y también es fundamental la búsqueda de mayor confort en su vida sexual. Siempre se suele relacionar la necesidad de Vaginoplastia con los partos;
¿Hay casos en los que las mujeres no han sido madres? ¿A qué puede deberse?
Sí, la mayoría de las mujeres tributarias de una Vaginoplastia han pasado por embarazos y partos, a veces instrumentados con fórceps; no obstante, estas alteraciones del suelo pélvico también puede surgir en mujeres sin experiencia física en la maternidad. Por factores raciales y, parece que también culturales, la relajación del suelo pélvico es menos frecuente entre las mujeres asiáticas y negras y más común entre las blancas. El ejercicio de alta intensidad, la tos crónica, la obesidad, el estreñimiento y la depleción hormonal que trae consigo la menopausia son todos factores contribuyentes a la aparición y empeoramiento de diferentes grados de prolapso genital.
¿Hay algunos deportes que no ayudan al suelo pélvico y que no recomendaría a las mujeres?
Hacer deporte, afortunadamente, ya hace parte de la rutina de millones de mujeres y yo, en particular, estimulo diariamente a mis pacientes para que practiquen alguno que les guste pero sí hay que reconocer que algunas prácticas deportivas, especialmente las realizadas en exceso pueden perjudicar la armonía del suelo pélvico. Los deportes de impacto repetitivo como el atletismo, el tenis, el baloncesto, la halterofilia y otros similares alteran y deterioran el suelo pélvico. La idea no es dejar de practicarlos porque son fuente de salud y placer sino hacerlos con mesura y complementarlos con los ejercicios de fortalecimiento de la musculatura del suelo pélvico.
¿Es mejor operar cuando ya no se quiera tener más hijos? ¿Por qué?
Sí, la idea es operar cuando se esté satisfecha con el número de hijos y no se planee volver a embarazarse, sencillamente porque, siendo el embarazo y el parto los desencadenantes más reconocidos de la relajación del suelo pélvico existe la posibilidad de repetir los daños y “deshacer lo andado”; es decir, que aparezcan nuevamente los síntomas y se deba reintervenir. Cuando la paciente ya operada, por la razón que sea vuelve a embarazarse suelo recomendar una cesárea electiva para minimizar el riesgo de un nuevo daño.
¿Hay alguna forma de prevenir las afecciones del suelo pélvico?
¡Por supuesto! Antes hablábamos de los factores predisponentes; el embarazo y el parto son los que más pero no podemos evitar que las mujeres sigan cumpliendo con este deseo o necesidad; hay otros factores de riesgo como el deporte, la obesidad, y otros que ya mencioné que son manipulables y hacia allá debe ir la orientación en cuidados. Como ginecóloga creo que de deberíamos incluir en las revisiones ginecológicas las pautas de educación en la preservación del suelo pélvico desde edades tempranas, antes de afrontar los cambios que, naturalmente, contribuyen a su deterioro. Ejercicios de Kegel e hipopresivos preventivos y compensatorios desde la juventud temprana. En el caso de la cirugía,
¿Cómo es el postoperatorio?
Depende de la magnitud de la cirugía. Si es una cirugía compleja, como corrección de grandes cistoceles, rectoceles o histeroceles la paciente necesita quedarse ingresada de dos a tres días y necesita tener reposo moderado garantizado por un mínimo de dos semanas. Si son correcciones menores el postoperatorio es cómodo y la cirugía es ambulatoria. Siempre se necesita un tiempo prudencial para el reposo físico.
A muchas mujeres les preocupan las molestias de los puntos, ¿suelen ser tan dolorosos como los de una episiotomía?
Los puntos más molestos son los del periné; los de la vagina prácticamente no duelen. Y sí, pueden ser generar dolor e incomodidad algunos días pero nada que no sea tratable con analgésicos adecuados.
¿Cuándo se podrá mantener relaciones sexuales de nuevo?
En general, se recomienda evitar el coito durante un mes, aproximadamente. A partir de ahí hay un factor individual que ayuda a decidir el reinicio de las relaciones. No hay una norma estricta.
¿Podemos decir que es una cirugía que mejora la calidad de vida y la autoestima de las mujeres? ¿Qué le suelen decir pasado un tiempo de la cirugía?
¡Sin temor a equivocarme puedo decir que sí! Corregir los daños del suelo pélvico indudablemente ayuda a mejorar el bienestar físico y emocional de quien viene padeciéndolos. Mejoran la autoestima, la vida sexual y el disfrute de las pequeñas cosas que parecen rutinarias y a las que damos poco valor cuando estamos bien, como el simple hecho de dar un paseo. La gran mayoría de las pacientes se manifiesta satisfecha de haberse operado.
Termino esta completa entrevista recalcando la necesidad de preguntar por aquello que íntimamente incomode y de buscar “manos expertas” cuando se contemple algún tipo de intervención.