El polémico caso de las mallas vaginales

El polémico caso de las mallas vaginales
Mònica Aubert

Licenciada en Periodismo y Máster en Relaciones públicas y Gabinetes de Comunicación. Me encanta escribir y comunicarme con los demás. Actualmente, redacto contenidos en Multiestetica.

Creación: 5 dic 2017 · Actualización: 16 jul 2019
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El embarazo es uno de los momentos más especiales que vive la mujer. Las sensaciones que experimenta cuando comienza a sentir a su bebé dentro de su cuerpo son inolvidables. Pero también puede conllevar recuerdos no tan agradables: estrías, piernas hinchadas, sobrepeso, incontinencia urinaria o problemas a la hora de tener relaciones sexuales, recuerdos que pueden afectar a su vida personal de manera importante.

El cuerpo de la mujer sufre muchos cambios durante estos nueve meses. Los tejidos se estiran conforme el bebé crece en su interior; el cuerpo del pequeño causa presión en el suelo pélvico, que se encuentra sometido a presión. Además, con el parto esta estructura de músculos y ligamentos que sostiene la vejiga y el útero se afloja y queda laxa, lo que, en algunos casos, acaba desembocando en un prolapso de los órganos pélvicos, esto es, el útero y la vejiga se desplazan de su posición debido al debilitamiento de la estructura pélvica y descienden. Las consecuencias más evidentes de ello son incontinencia urinaria y problemas para mantener relaciones sexuales.

Pero el prolapso pélvico no está solo asociado al embarazo. La llegada de la menopausia puede acarrear también un descenso importante de los órganos pélvicos que ocasione incontinencia urinaria. Del mismo modo, se sabe que intervenciones como la extirpación del útero (histerectomía), ya sea parcial o total, puede generar un descenso de la uretra debido a la pérdida de sujeción de la estructura que sostiene este órgano.

Tampoco podemos dejar de lado a aquellas mujeres que son propensas al estreñimiento o que sufren obesidad, aspectos estos que igualmente tienen efectos negativos en la tensión muscular de este sostén pélvico.

De hecho, los expertos sostienen que más del 50% de las mujeres tendrá que someterte a una intervención para corregir problemas en el suelo pélvico. De ese 50%, más del 10% tendrá que pasar por quirófano.

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¿Qué son las mallas vaginales?

Para corregir el prolapso pélvico, durante la década de los 90 comenzaron a emplearse las mallas transvaginales en países como Estados Unidos o Reino Unido. Estas mallas son implantes realizados en poliuretano que se colocaban en el tejido de la vagina para sujetar aquellos órganos que han sufrido prolapso, ya sea el útero o la uretra.

En el año 2008 comenzaron a conocerse los problemas asociados al uso de estas mallas vaginales. Muchas mujeres acusaban fuertes dolores abdominales y vaginales a raíz de la colocación del implante. La Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA) recogió más de un millar de informes de pacientes estadounidenses que sufrían estos problemas como consecuencia de la implantación de la malla vaginal. Asimismo, 700 mujeres australianas también denunciaron su caso ante los tribunales, y se calcula que cerca de 100.000 mujeres en el mundo lo han usado.

Riesgos causados por la colocación de las mallas transvaginales

Como hemos mencionado, muchas mujeres a las que se les había colocado esta malla en la vagina se quejaban de intensos dolores abdominales, que, en la mayoría de los casos, venían acompañados de punzantes dolores vaginales. Pero, además de estas complicaciones, se presentaron otros problemas no menos importantes que ponen en riesgo la calidad de vida y la salud de estas pacientes:

  • Infecciones constantes.
  • Problemas para mantener relaciones sexuales (estas mujeres sufren fuertes dolores durante la penetración y episodios de sangrado en el transcurso de la misma).
  • Perforación de algún órgano pélvico.
  • Molestias causadas por el roce de la malla en la vagina.
  • Problemas urinarios (dolor, infección, escozor, etc.).

Muchas de estas mujeres continúan teniendo problemas, lo que ha disminuido su calidad de vida, incluido la íntima, puesto que, debido a que la malla se localiza próxima a algunos nervios, no se ha podido retirar. La gravedad de los riesgos ha obligado a la FDA a repensar el uso de estos implantes como método para tratar el prolapso pélvico. Tal es así que en el año 2011 lanzo un comunicado en el que se aconsejaba elegir otros métodos para paliar estos problemas y optar solo por la colocación de estas mallas como último recurso.

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¿Qué otras alternativas hay al prolapso pélvico?

En la actualidad la medicina estética pone a disposición de las mujeres con problemas de debilitamiento pélvico varios tratamientos alternativos que permiten recuperar su calidad de vida íntima y personal. Algunos son mínimamente invasivos y no requieren pasar por quirófano; otros, en cambio, obligan a someterse a una cirugía. Veamos qué otras alternativas hay a las polémicas mallas vaginales.

Métodos no quirúrgicos

shutterstock-191140322.jpg Ejercicios pélvicos. Es el método más fácil de todos. La realización de ejercicios para fortalecer el tejido muscular que sostiene los órganos pélvicos es la primera solución que aconsejan los expertos para todas aquellas mujeres que han tenido partos vaginales o múltiples embarazos, así como para aquellas otras que se encuentran en la menopausia. Si los problemas no son muy graves, la realización de estos ejercicios por sí solos pueden reducir de manera importante el problema, e incluso minimizarlo.

Rejuvenecimiento vaginal con láser. El uso del láser ha revolucionado el rejuvenecimiento vaginal con un procedimiento completamente indoloro que no conlleva pasar por quirófano ni hospitalización. El láser ayuda a mejorar el tono muscular y reconstruye el suelo pélvico. Con este tratamiento se consigue reducir la incontinencia urinaria y fortalecer la vagina.

Pesarios vaginales. Se trata de un aparato que se pone en la vagina para recolocar el útero y reducir el descenso de este órgano. A diferencia del láser, la colocación de pesarios en la vagina puede presentar algunos riesgos, aunque hay mujeres que prefieren esta solución cuando no son candidatas para el uso del láser y no quieren someterse a una operación quirúrgica

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Métodos quirúrgicos

Vaginoplastia. Es la solución más aconsejable cuando el prolapso pélvico es muy grave o no encuentran solución efectiva con los tratamientos no quirúrgicos. En este caso, por medio de una incisión practicada entre la vagina y el ano, el cirujano logra tensar los tejidos y estrechar la vagina.

Si eres de esas mujeres que, debido a los embarazos, los partos o el paso de los años, sufres incontinencia urinaria o tienes problemas para mantener relaciones sexuales satisfactorias, ponte en contacto con un cirujano especializado en cirugía íntima para que valore tu caso y te recomiende el mejor tratamiento en función de tu problema. Dadas las complicaciones que el uso de la malla ha generado, a día de hoy su colocación parece estar descartada para el tratamiento de estos síntomas.

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