Hipertricosis e hirsutismo: no solo es un problema estético
El término hirsutismo hace alusión a un crecimiento excesivo del vello espeso y oscuro en las mujeres, el cual se localiza en áreas típicamente masculinas (por ejemplo el bigote, la barba, el pecho, la espalda, la parte inferior del abdomen y el interior de los muslos).
Como es lógico, la definición de pelo "en exceso" varía según la etnia y la interpretación cultural, pero raramente concierne a los hombres, que pueden tener una cantidad variable de pelo en su cuerpo sin necesidad de valoración médica.
La hipertricosis es, asimismo, un aumento general del vello, que puede verse limitado a algunas zonas o extenderse por todo el cuerpo.
Las hormonas regulan el crecimiento del pelo
El crecimiento del vello está influenciado por el equilibrio entre las hormonas andrógenas (por ejemplo testosterona, dehidroepiandrosterona sulfato [DHEA-S], dihidrotestosterona [DHT]) y las hormonas estrógenas.
Los andrógenos son los responsables de la aparición del vello más fuerte y oscuro, mientras que los estrógenos moderan dicho crecimiento, influyendo en sus características y haciendo que estos sean más finos y claros. Tener vello de color oscuro y fuerte para muchos no es estético, más aun si se presenta en mujeres, pues esta "imperfección" es capaz de dañar su salud emocional, además, de que ésta no se presenta sola.
El hirsutismo puede depender de un aumento en los niveles circulantes de antrógenos o de la respuesta del cuerpo a su presencia.
En el primer caso, la presencia de vello en exceso viene acompañada, casi siempre, de una masculinización de la mujer, con síntomas tales como ausencia de menstruación, aumento de la masa muscular, agravamiento de la voz, acné, alopecia androgenética y, a veces, clitoromegalia.
Una de las causas más comunes de hirsutismo es el ovario poliquistico, pero pueden entrar en juego otras enfermedades suprarrenales o cierta categoría de medicamentos.
En aquellos casos más raros, el hirsutismo está relacionado con enfermedades graves, por la forma en que se presenta, bien puede ser indicador de que algo está mal, puede ser que algún tipo de tumor sea el que segrega hormonas o bien patologías sistémicas que alteran el equilibrio normal, como los trastornos de la hipófisis, hiperinsulina y enfermedades del hígado, por poner solo algunos ejemplos.
No siempre la gravedad del hirsutismo corresponde con un nivel exagerado de andrógenos, ya que la sensibilidad de los folículos pilosos de las hormonas circulantes es del todo individual, y en algunos sujetos ligeras alteraciones son suficientes para causar un crecimiento anómalo del vello.
Por tanto, el aumento del vello puede estar ligado a una condición fisiológica o familiar (genética), como sucede por ejemplo en algunas mujeres después de la menopausia o el embarazo.
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La hipertricosis, a diferencia del hirsutismo, no depende de ninguna hormona; su aparición está asociada a la asunción de medicamentos particulares, a la presencia de una enfermedad sistémica o de un síndrome paraneoplástico, aunque en este caso pueden influir las condiciones familiares, por lo que se habla de hipertricosis congénita.
Cuando se manifiesta un fenómeno de hipertricosis es necesario acudir a un especialista que se encargará de excluir la presencia de enfermedades que podrían ser las responsables del exceso de vello. Las enfermedades que podrían estar asociadas son: la acrodina (intoxicación de mercurio), la anorexia, desórdenes del sistema nervioso central o infecciones graves, como el VIH en estado avanzado. También el síndrome paraneoplástico y la porfiria pueden causar hipertricosis, así como la toma de algunos medicamentos o del famoso Minoxidil (contra la alopecia).
Es totalmente necesario que se acuda por especialistas con experiencia, profesionales, ya que un buen diagnóstico del médico debe basarse, ante todo, en reconstruir la evolución de la enfermedad, la edad de aparición, su gravedad y las características del exceso de vello.
Para poder establecer una patología, la cantidad de vello en exceso debe ser abundante, a la par que debe extenderse por otras zonas, incluido la cara, el tórax, la parte inferior del abdomen, la espalda, los glúteos y los muslos, pero también las axilas, el cuello y los senos.
Es importante hacer caso a la presencia de signos de masculinización, como por ejemplo el agravamiento de la voz, rasgos faciales endurecidos o el aumento de la líbido, que podrían estar ligados a desórdenes endocrinos, enfermedades suprarrenales u ováricas, y cáncer.
Vista la amplia variedad de los síntomas y la complejidad del diagnóstico, el especialista no se limita a realizar un examen físico.
Partiendo del historial familiar (para ver si otros miembros de la familia tienen fenómenos similares), el médico examina la condición de la paciente con todo detalle, verificando la eventual ingesta de drogas o esteroides anabolizantes.
Seguidamente, el especialista llevará a cabo las comprobaciones necesarias para excluir la presencia de eventuales enfermedades e individualizar el motivo del exceso de vello; normalmente para las mujeres conlleva la medición de los niveles hormonales:
- Testosterona libre o total
- DHEA-S
- Hormonas folículo-estimulantes (FSH) y luteinizantes (LH)
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¿Cómo librarse del exceso de vello?
Para eliminar el vello indeseado tras un diagnóstico de hipertricosis o hirsutismo existen diversas técnicas, como los tratamientos depilatorios comunes (rasuramiento, cremas depilatorias, depilación mecánica o con cera, depilación permanente con láser o IPL), que se basan en la constancia, impregnando la piel con anestesia tópica si fuera necesario. Como alternativa a la depilación se puede valorar el empleo de decolorantes, poco costosos y eficaces cuando el hirsutismo no es excesivo.
Productos específicos como la Eflornitina, una crema que debe aplicarse dos veces al día, pueden ralentizar la velocidad del crecimiento del vello, permitiendo así aumentar el intervalo de tiempo entre una depilación y otra.
El tratamiento hormonal
Si el hirsutismo está relacionado con un exceso de andrógenos, únicamente es necesaria una terapia permanente, ya que es difícil eliminar definitivamente la fuente de este desequilibrio. Los tratamientos hormonales incluyen anticonceptivos orales, medicamentos antiandrógenos y otros fármacos específicos, entre los que destacamos la finasterida, el espironolactona y la flutamida, fármacos que no se recomiendan en una mujer que está en edad fértil.
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