La disfunción eréctil, también conocida como impotencia sexual masculina, es la incapacidad que impide tener o mantener una erección. Generalmente, imposibilita que una relación sexual sea plenamente satisfactoria y puede causar estrés y falta de confianza entre los que la sufren. La disfunción eréctil puede ser causada por diabetes, hipertensión arterial. colesterol, fumar, beber alcohol y tomar fármacos entre otros. También se puede deber a estrés, ansiedad o nervios. La impotencia sexual masculina suele ser más notoria cuando se envejece.
Según el Dr. Peinado, se puede presentar una falta de erección parcial o completa y esto origina diferentes problemas sexuales como la pérdida de erección o de eyaculación. La erección es una respuesta fisiológica que depende de un correcto funcionamiento del mecanismo vascular, neurológico y endocrino relacionado con la respuesta eréctil.
Para que se produzca una erección debe haber un estímulo erótico. Este reflejo lo regula el sistema nervioso central y el periférico que provocan que se produzca un aumento de la cantidad de sangre que llega al pene y por lo tanto, la erección. Otro factor crucial para que esto ocurra es que los niveles de testosterona sean adecuados. Esta hormona sexual masculina se encarga de regular por ejemplo, las erecciones y el deseo sexual. Si se produce una disminución de los niveles de esta hormona, puede ser muy difícil que se produzca una erección.
Según datos de la Asociación para la Investigación en Disfunciones Sexuales en Atención Primaria (AISD-AP), más del 40% de los varones españoles tienen disfunción eréctil y acuden a su centro de Atención Primaria con consultas sobre esta afección. En nuestro país, se realizan más de 800 intervenciones cada año para solucionar la impotencia masculina mediante una prótesis de pene, pero el dato más preocupante es que muchos varones no acuden a un médico ya sea por vergüenza, pudor o desconocimiento de que tiene tratamiento y se puede solucionar.
Como hemos comentado, la disfunción eréctil puede deberse a diferentes causas de origen muy diverso. A continuación, detallaremos las más frecuentes:
Por lo tanto, antes de realizar ningún tratamiento, es fundamental que el especialista detecte el origen para poder determinar qué tratamiento será el más efectivo para cada paciente. Los expertos recomiendan visitar a un médico si el problema persiste por más de 3-6 meses.
Gracias al tratamiento de la disfunción eréctil se pueden conseguir diversos beneficios funcionales y psíquicos para el paciente:
Cualquier varón que tenga una incapacidad que le impida tener o mantener una erección puede ser un candidato para un tratamiento que solucione la impotencia masculina. Generalmente, se recomienda acudir a un especialista si esta incapacidad dura más de 3-6 meses ya que factores como la ansiedad o el estrés pueden desencadenar problemas transitorios.
Como hemos comentado, en muchas ocasiones el pudor o el desconocimiento hace que muchos hombres no acudan al médico para buscar una solución por lo que es fundamental no conformarse y acudir a un profesional para que estudie su caso en concreto y encuentre la mejor solución. Tampoco se recomienda en ningún caso la automedicación ya que aparte de no solucionar la disfunción eréctil porque no se trata el origen que la ocasiona, pueden provocar efectos secundarios, afirma el Dr. Luis Rodríguez-Vela.
La mayoría de los tratamientos son seguros incluso en pacientes con la mayoría de las enfermedades cardiovasculares o tumores. Hay muy pocos pacientes que no puedan tomar fármacos excepto aquellos que se ponen parches de nitratos para el corazón que pueden ocasionar bajadas significativas de tensión arterial. De todas formas, siempre es aconsejable una evaluación por el urólogo o cardiólogo en el caso de existir dudas.
Existen varios médicos que pueden tratar la disfunción eréctil. En primer lugar está el urólogo, especialista en el diagnóstico y tratamiento de las patologías del aparato reproductor masculino. Otro especialista es el andrólogo, que se encarga de todo lo relacionado con la función sexual y con la reproducción masculina. La mayoría de los andrólogos son urólogos que se han especializado en la medicina sexual del varón.
En el caso de que se tenga que realizar una cirugía estética genital masculina, también se puede recurrir a un cirujano plástico especializado en cirugía íntima. En la web de la SECPRE (Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética) puedes verificar las especialidades del profesional.
Al ser un tema que puede afectar psicológicamente a los hombres que lo sufren, es importante que el profesional inspire tranquilidad, confianza y cree un ambiente relajado en la consulta para que el paciente le cuente detalladamente todo lo que le sucede.
En la primera consulta, el médico realizará una completa historia clínica del paciente para poder elaborar un buen diagnóstico y conocer sus hábitos y estilo de vida. También será necesaria una exploración física para detectar si hay otras enfermedades como la enfermedad de La Peyronie o curvatura de pene
. En esta cita se valorará el impacto psicológico que esta afectación está causando al paciente así como las motivaciones y expectativas del paciente.
Tras estudiar tu caso el profesional solicitará unos análisis de sangre y seguramente, un examen de la testosterona. Una vez tenga todos los resultados, podrá detectar las causas de la disfunción eréctil y el tratamiento más idóneo.
En algunos casos, puede ser necesario realizar una ecografía doopler para realizar un estudio vascular del pene y ver la sangre que llega al miembro. Esta prueba es de vital importancia ya que ayuda a ver si las causas son orgánicas o psicógenas. El urólogo no solo tratará la disfunción eréctil, si hay otras patologías te aconsejará cómo resolverlas, comenta el Dr. Luis Rodríguez-Vela.
En esta consulta aprovecha para preguntar todas tus dudas e inquietudes y no te olvides comentarle si estás tomando medicamentos o si tienes alguna alergia.
Será el médico el que, tras evaluar al paciente y constatar el origen de la disfunción, determine cuál es el tratamiento adecuado a su problema. A continuación, detallaremos los métodos más comunes:
Si se opta por las ondas de choque, el paciente no requiere ingreso, ni período de observación por lo que podrá retomar su rutina tras cada sesión. Lo mismo ocurre en el supuesto de que opte por los medicamentos o las inyecciones. En cambio, si la solución es una operación, deberá someterse a un seguimiento habitual y seguir las indicaciones dadas por el médico. Por lo general el paciente puede salir del hospital el día de la cirugía o al día siguiente y podrá usar el implante pasadas unas 6 semanas siempre y cuando tenga la conformidad médica. El médico te indicará cuándo puedes iniciar las relaciones sexuales.
Los resultados obtenidos dependerán del tratamiento empleado. Si se prescribe medicación, los resultados suelen verse de forma rápida. En el caso de la colocación de la prótesis, tras 4-6 semanas, se pueden retomar las relaciones sexuales. Se debe tener en cuenta que en estos casos, el tacto y el orgasmo no se verán afectados.
Si se opta por métodos menos invasivos como por ejemplo las ondas de choque, podrían tardar entre 6 y 8 semanas en notarse los beneficios, es decir, cuando se finalicen las sesiones pautadas por el especialista.
Todos los tratamientos suelen ser eficaces si se ha tratado correctamente la causa y suelen afectar muy positivamente a la autoestima del paciente así como a su vida íntima de pareja.
En cuanto a los efectos secundarios, estos variarán según el método empleado. Las ondas de choque no suelen presentar contraindicaciones. Sí las tienen los medicamentos por lo que el profesional deberá detallar los posibles efectos adversos como las erecciones demasiado prolongadas. En el caso de las inyecciones intracavernosas de alprostadil en el pene, pueden causar reacciones adversas, como hematomas, inflamación. Por lo que respecta al implante de pene, el principal riesgo en este caso es el propiamente asociado a una operación quirúrgica, aunque puede producirse otros específicos, como una infección.
Al contrario de lo que se pueda pensar, no es un tratamiento doloroso pero en ocasiones puede producir una erección dolorosa.
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