Siento muchísimo tener que dejar esta reseña, pero esta clínica no me ha dejado otra opción que denunciar públicamente su trato. Me han ***** la cara y se han lavado las manos. Es una reseña larga, pero espero que ofrezca una imagen clara de cómo una de las clínicas más caras y "prestigiosas" de Madrid trata a sus pacientes cuando las cosas se tuercen.

En 2020 acudí a esta clínica por primera vez para un tratamiento de ácido hialurónico con el objetivo de reposicionar volúmenes. Todo fue bien, y en 2022 volví a hacerme un retoque. Me atendió el Dr. Gianluca Mastrocola, quien sin mi consentimiento informado cambió el producto previamente inyectado por otro, sin explicarme riesgos ni posibles efectos adversos.

Lamentablemente, tuve una reacción adversa severa. Mi cara estuvo desfigurada meses, durante los que me tuve que someter a múltiples sesiones de hialuronidasa y altísimas dosis de corticoides y antibióticos, con todas las consecuencias físicas y emocionales que esto acarrea. Empatía y preocupación por el paciente, 0.

Finalmente, pedí un cambio de médico y fui asignada a la Dra. Cecilia Carrillo, quien se encargó de acompañarme en el proceso de recuperación y prometió que la clínica repararía mi rostro sin coste adicional. Meses después, regresé invirtiendo en un billete de avión carísimo desde el otro lado del mundo, con el único objetivo de que me arreglaran la cara. La directora, Dra. Barber, se negó a cumplir con esta promesa. Me inyectó una cantidad mínima de producto (por cierto, del mismo al que ya había tenido reacción, y al que volví a reaccionar) y se indignó cuando le expliqué que la clínica se había comprometido a solucionar mi situación gratuitamente.

A pesar de esta experiencia, esperé dos años y, con la esperanza de reparar los daños, confié de nuevo en la Dra. Carrillo, invirtiendo yo misma de nuevo en el tratamiento, dada la confianza que tenía en ella y en su profesionalidad. Increíblemente, no se tomó ni el tiempo necesario para leer mi ficha y volvió a inyectarme el mismo producto (ya por tercera vez, y constituyendo esto una clarísima negligencia médica), además asegurándome una y otra vez que no tendría problemas. Nuevamente mi cara se inflamó de forma severa, obligándome a repetir el traumático proceso de corticoides, hasta 7 sesiones de hialuronidasa, y semanas encerrada en casa con la cara desfigurada.

A día de hoy no me reconozco cuando me veo en el espejo: las ojeras están hundidas y arrugadas como las de una persona mayor, tengo manchas oscuras permanentes provocadas por la hialuronidasa y por hematomas que me creó la propia Dra. Barber. No quiero ni hablar del dineral que llevo invertido en tratar de solucionar sus errores. Han destrozado mi cara y no han asumido ninguna responsabilidad. Tan solo se han comprometido (y telefónicamente, no por escrito),a darme unas sesiones de laser despigmentante para las manchas, que por supuesto no he aceptado porque no quiero volver a poner mi cara en sus manos jamás. Quiero que conste que les he pedido un reembolso por los tratamientos fallidos (imaginad lo que es ese dinero para una clínica como esta) y se han negado también.

A todo esto cabe sumar que dan citas a los doctores cada 15 minutos (cómo van a atender bien en esas condiciones) provocando esperas de hasta 2 horas y media de reloj, y que el teléfono de atención al paciente (para este tipo de situaciones), lo atiende la hermana de la doctora, que no es médico, pero que toma decisiones como si lo fuera, siendo incapaz de reconocer un granuloma cuando lo tiene delante. También me parece importante añadir una nota acerca de los consentimientos informados: Por experiencia propia puedo decir que NO te informan de posibles efectos adversos, y que en la mayoría de las ocasiones firmas el consentimiento ya a la salida cuando ya te han puesto el producto.

Nunca pensé que, por un mínimo retoque estético, me vería en una situación así, que se alarga ya durante años y que no sé si algún día se podrá solucionar y volveré a tener mi cara. No le deseo lo que esta clínica me ha hecho pasar ni a mi peor enemigo y no pasa ni un día en el que no me arrepienta de haber puesto mi imagen y mi salud en sus manos.