Si no puedes perder peso no culpes a tus genes
Son muchas las personas con sobrepeso que siguen estrictas dietas y dedican horas y horas al ejercicio físico sin lograr unos resultados satisfactorios. Muchas de ellas consideran que son sus genes los que no les dejan perder el peso que desean. Pero lo cierto es que existen varios estudios que demuestran que esto no es así.
Se calcula que hay alrededor de 100 genes en el ADN que tienen una vinculación directa con enfermedades como el sobrepeso y la obesidad. Según la opinión de numerosos profesionales, es indiscutible que estos genes inciden en la forma en la que se queman calorías y se almacena la grasa. En cambio, el componente genético no tiene que ver con la facilidad de las personas para perder peso, según un estudio elaborado por John Mathers en la Universidad de Newcastle y publicado en el British Medical Journal.
En 2007 se descubrió por primera vez el gen FTO, un gen vinculado a la obesidad. Cuando este gen actúa, inhibe la sensación de saciedad. Según los científicos británicos que hicieron el descubrimiento, en una investigación encabezada por Jane Wardle, del departamento de Epidemiología y Salud Pública del University College London, el gen modifica el apetito. Para ello se hizo el estudio en niños y se demostró que los menores del estudio que tenían dos copias de la variante de alto riesgo presentaban menos probabilidades de que su apetito quedara saciado después de comer.
Sin embargo, la existencia de este gen no tiene que ver con la capacidad de perder peso de las personas. Para ello, John Mathers hizo un estudio en el que sometió a más de 9.000 personas a diferentes métodos de pérdida de peso, entre los que se incluían la dieta, el ejercicio o terapias a base de drogas. Los resultados fueron claros: "No encontramos ninguna evidencia de que FTO genotipo afectó a la pérdida de peso", explicó Mathers.
El peligro de las dietas milagro
Numerosas revistas y páginas de internet que dicen ser especializadas hablan de dietas milagro. De dietas que prometen pérdidas de peso en cuestión de días y sin apenas esfuerzo. Pero no es oro todo lo que reluce. Los profesionales especializados en nutrición alertan del peligro que pueden llevar estas dietas: desde riesgos en la salud de la persona que las pone en práctica hasta un posible efecto rebote en el que el paciente termina por aumentar su peso tras el abandono de la misma.
Existe una serie de dietas que implican un alto riesgo de abandono y ese efecto rebote que comentamos. Entre ellas se encuentran las monodietas, las dietas de 500 calorías, las dietas a base de sobres proteinados, las dietas de zumos multivitamínicos y las dietas sin carbohidratos.
Las monodietas consisten en basar la alimentación en un solo producto durante un tiempo determinado. El peligro de este tipo de dietas es que son muy restrictivas en cuanto al consumo de calorías. Además, suponen un gran desequilibrio en la alimentación y en la mayoría de los casos, se alcanza el efecto rebote al abandonarla.
En el caso de las dietas de 500 calorías existe riesgo de pérdida de masa muscular ya que la alimentación no es suficiente para lo que el cuerpo humano necesita. Esta dieta propone un par de días de ayuno a la semana y dice que no ha de superarse ese medio millar de calorías al día. Los profesionales aseguran que al menos hay que consumir 800 calorías diariamente.
Por su parte, las dietas a base de sobres proteinados y las dietas sin carbohidratos suponen una alimentación restrictiva en la que el cuerpo no obtiene todos los nutrientes que necesita. En ambos casos las dietas pueden provocar importantes problemas en el organismo, así como daños musculares y óseos.
Una alimentación adecuada al tipo de cuerpo
La morfología del cuerpo se suele clasificar en tres tipos: ectomorfo, mesomorfo y endomorfo. Esta clasificación la realizó por primera vez William Herbert Sheldon, psicólogo estadounidense y numismático, en el año 1940. Las personas ectomorfas se caracterizan por tener un cuerpo delgado y estilizado; las personas mesomorfas se caracterizan por tener los hombros anchos, las caderas estrechas y el cuerpo fuerte y musculado; por su parte, los endomorfos suelen ser personas propensas a ganar peso con facilidad y con el cuerpo algo más pesado que el resto.
Una serie de expertos de la Universidad de Houston, en Estados Unidos, se han basado en estas tipologías del cuerpo humano para crear planes de dieta personalizados a cada individuo. De acuerdo a esto, establecen tres tipos de alimentación.
- Ectomorfos. Proponen la ingesta de cinco comidas al día con una distribución basada en 55% carbohidratos, 25% proteína y 20% grasa. El sistema nervioso simpático de gran actividad convierte fácilmente la grasa de los carbohidratos en energía. Algunos de los alimentos recomendados son nueces, frutas secas, semillas de girasol y vegetales con almidón.
- Mesomorfos. Los expertos recomiendan una dieta equilibrada a base de hidratos de carbono, proteínas y grasas. Es importante que este tipo de personas incluyan en su alimentación productos como frutas y verduras. En este caso se recomienda comer hasta seis veces al día.
- Endomorfos. Estas personas tienen un metabolismo más lento, por lo que se recomienda que coman entre 200 y 500 calorías menos que el resto de la población. En este caso lo ideal es que los alimentos contengan proteínas magras y sean ricos en fibra. Asimismo, se les conseja comer despacio y beber bastante cantidad de agua.
Esta clasificación sigue unas pautas muy generales. Si estás pensando en ponerlas en marcha, pregunta antes a tu médico o dietista de confianza, ya que una alimentación adecuada a tus circunstancias es lo más seguro.
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