Si te duele la mandíbula al masticar, esto te interesa
La disfunción temporomandibular es un problema que afecta hasta casi el 30% de la población y se produce cuando el disco articular que une la mandíbula con la cabeza no se encuentra correctamente colocado. No se debe confundir con el bruxismo que es la tendencia que tienen algunas personas en apretar los dientes.
La articulación temporomandibular (ATM) es la unión de la mandíbula con el maxilar inferior y el hueso temporal del cráneo, siendo esta articulación la responsable de poder mover la mandíbula y es la más usada de todas las articulaciones.
Funciones tan importantes como el comer, el hablar y el bostezar son gracias a la articulación temporomandibular, por tanto, es muy importante una buena prevención por medio de unas técnicas que encontrarás al final en este artículo, las cuales, te ayudarán bastante.
La disfunción de la articulación temporomandibular (ATM) es una problemática más común de lo que creemos. Aunque muchas personas padecen esta dolencia, en ocasiones, se tarda en llegar a su diagnóstico o, incluso, ni se detecta y sus efectos se achacan a otros problemas. La dolencia es bastante molesta porque la articulación a la que afecta interviene en funciones básicas como masticar, hablar y deglutir.
Las causas y efectos de la disfunción mandibular pueden ser varios. El origen puede encontrarse en:
- Estrés y bruxismo que provoque este "desencaje".
- Traumatismo que afecte a la colocación del disco articular.
- Un defecto en la alineación de los dientes.
- Una tensión emocional o una contractura muscular también pueden desencadenar en la disfunción. Tensión emocional.
- Tratamientos dentales mal concluidos o con efectos secundarios.
Como prevención debemos recordar que:
- Si se sufre maloculsiones dentarias (dientes mal alineados) se debe recurrir a la ortodoncia.
- Las muelas del juicio que molesten deben ser extraídas.
- Corregir hábitos posturales erróneos de la boca.
- Tratar problemas de sueño, ansiedad, depresión...que pueden desembocar en DTM (disfunción temporomandibular).
Dependiendo de la etapa de la disfunción mandibular, los síntomas pueden ir desde más leves como desgaste dental, chasquidos, tensión muscular, dolor de cabeza o mandibular...hasta algunos más evidentes como dolor generalizado desde la mandíbula hasta el oído, ojo o cuello, sensación de rigidez muscular, pérdida de movimiento en la mandíbula, zumbidos, e incluso, en problemas de ansiedad, fatiga o depresión.
Los tratamientos
Según la gravedad de la disfunción, existen diferentes tratamientos que se deben aplicar:
- Leves: en ocasiones, las disfunciones podrán solucionarse con unos simples cuidados y consejos a seguir por el paciente. Se aplicará un tratamiento por el especialista en el que se incluyen algunas recomendaciones de movimientos a evitar para mejorar la colocación del disco. También se aconseja reposo local como evitar comer chicle, caramelos o todo aquello que implique una excesiva masticación. Por otra parte, se recomienda dormir boca arriba, apoyando bien la cabeza en la almohada y practicar ejercicios que estimulan la musculatura cervical.
- Férulas. Si el caso es un poco más molesto, se puede corregir mediante una funda que vuelve a colocar la mandíbula de forma correcta. Además del reajuste, esta técnica contribuye a la relajación muscular durante la noche.
- Cirugía. Aún debiendo pasar por quirófano, la cirugía llamada artrocentesis es una intervención mínimamente invasiva. En casos más graves, se puede necesitar una artroscopia que es una metodología que se utiliza en pacientes con problemas complejos de movilidad y apertura mandibular, y en los que las férulas y medicamentos ya no tienen efecto. Una cámara ayuda a la detección de las irregularidades que pueden provocar la dolencia de la disfunción mandibular. Esta última alternativa es poco recurrente ya que la mayoría de pacientes mejoran sin necesidad de la intervención.
Prevención y disminución del dolor en la articulación temporomandibular
Cuando un paciente siente dolor en la articulación temporomandibular (ATM) suele ser debido al bruxismo y a los malos hábitos posturales.
Pero, ¿a qué se debe el bruxismo? El bruxismo o rechinar de los dientes suele ser por causas diversas; desde el estrés, en la mayoría de los casos, hasta una mala alineación en los dientes o una mala oclusión; también puede ser por luxaciones e incluso debido a un problema en la articulación temporomandibular.
En tal caso, son los fisioterapeutas los profesionales que deben tratar las disfunciones de la articulación temporomandibular con una serie de tratamientos que dependen de cada paciente y del problema a tratar, siendo estos tratamientos:
- La educación postural; reeducar en la postura para mejorar la posición de reposo de algunas partes como la mandíbula, la cabeza, el esternón, el cuello y los omoplatos es necesario para equilibrar la postura.
- Tratamiento con terapias manuales; el fisioterapeuta usa técnicas miofasciales o masajes en zonas periféricas a la articulación temporomandibular, como son cuello y espalda para ayudar al paciente en la relajación muscular desactivando sus puntos gatillos.
- Ultrasonidos.
- Crioterapia, etc.
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Contando con la ayuda del fisioterapeuta en sus sesiones, el paciente también podrá poner su granito de arena para ir minimizando o previniendo el dolor mediante las siguientes técnicas:
- Higiene bucodental; es muy importante este punto para así evitar nuevos problemas en la boca.
- Evita alimentos duros; evitar masticar cosas muy duras o que hagan trabajar mucho a la mandíbula te ayudará a mantener el dolor a raya.
- Estira suavemente la mandíbula cada día; es un buen remedio para quitar rigidez en la mandíbula.
- Evitar movimientos muy repetitivos y bruscos de la mandíbula; como puede ser el masticar chicle, gritar, bostezar, etc).
- Practica ejercicios para fortalecer la mandíbula; tu fisioterapeuta te podrá ayudar con estos ejercicios para que los practiques cada día en casa.
- Masajes en la mandíbula; es otra manera de prevenir el dolor ya que relaja los músculos faciales.
- Evita posturas incorrectas; ser consciente de cómo te tumbas en el sofá o cómo te sientas en tu escritorio para así corregir tus posturas con las recomendaciones que te haya explicado el fisioterapeuta.